Estoy leyendo un libro que me recomendó Hernán, el linyera del barrio, la semana pasada mientras se fumaba un cigarro casero hecho de papel maché y un mechón de Carlos Baute. Se titula "Tokyo Blues - Norwegian Wood" de Haruki Murakami. No soy un ávido lector pero mantiene mi mente trabajando.
Libros recomendados por YHN (Your Humble Narrator, that is):
* "El Aleph" de Jorge Luis Borges: ¿Te gusta el faso? Entonces este libro es para vos. Este hombre inventó los efectos de ciertos fármacos antes que éstos fueran elaborados.
* "A Clockwork Orange" de Anthony Burguess: ¿Te gusta robar, golpear, matar, obligar a un hombre ver cómo se violan a su mujer? Este libro es para vos. Y si te gusta, merecés la pena de muerte, hijo de
* "Crepúsculo"; "Luna nueva"; "Eclipse"; "Atardecer"; "Nublado"; "Probablidad de lluvias y tormentas"; "Soleado pal viernes" de Stephanie Meyer (ni me voy a gastar en buscar si así es el nombre): El lady Gaga de la literatura contemporánea
jueves, 9 de diciembre de 2010
lunes, 6 de diciembre de 2010
Por todos los agujeros disponibles
Fue todo muy rápido.
Entré y me sorprendió la cantidad de gente amontonada en el lugar.
"Sentate ahí y hacé silencio", me dijeron.
Terror y angustia se desdibujaban claramente en muchos rostros. Me di cuenta que no era la primera y posiblemente la última víctima. Algunos habían estado semanas sufriendo la misma agonía, la misma tortura.
Finalmente, se acercó y me miró a los ojos. Su mirada me regalaba un arrogante adiós. Esos ojos que uno podría encontrar en los de un soldado perteneciente a la línea de ejecución. Deduje tristemente que el final se acercaba y se encontraba en sus manos.
"Apellido y nombre; el número de DNI; y el número de comisión está en el pizarrón, al igual que la fecha en la que se entregarán las notas del final. Bueno, gente, tienen hasta las diez y media. Pueden empezar"
Oh, sí. Dolió.
:(
Entré y me sorprendió la cantidad de gente amontonada en el lugar.
"Sentate ahí y hacé silencio", me dijeron.
Terror y angustia se desdibujaban claramente en muchos rostros. Me di cuenta que no era la primera y posiblemente la última víctima. Algunos habían estado semanas sufriendo la misma agonía, la misma tortura.
Finalmente, se acercó y me miró a los ojos. Su mirada me regalaba un arrogante adiós. Esos ojos que uno podría encontrar en los de un soldado perteneciente a la línea de ejecución. Deduje tristemente que el final se acercaba y se encontraba en sus manos.
"Apellido y nombre; el número de DNI; y el número de comisión está en el pizarrón, al igual que la fecha en la que se entregarán las notas del final. Bueno, gente, tienen hasta las diez y media. Pueden empezar"
Oh, sí. Dolió.
:(
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